jueves, 29 de agosto de 2013

LAS VIDAS PARALELAS. “APODERÁNDONOS” DE LA EMOCIÓN.



LAS VIDAS PARALELAS. “APODERÁNDONOS”  DE LA EMOCIÓN.



Mª Carmen Ortega Molin
 

El tema que voy a tocar en este nuevo trabajo no es un tema fácil de comprender. También sé que no es fácil de aceptar por muchas personas que aún no estén llevando un  trabajo de autoconocimiento,  hacia dentro.

De hecho me consta que muchas personas que siguen proyectando su Sombra hacia fuera, hacia los demás, lo rechazan de antemano;  pero como para mí fue tremendamente  liberador,  a la hora de añadir un elemento muy clarificador a mi mente,  para poder manejarme con maestría en la difícil integración  de las emociones, trataré de exponerlo para esas personas que sé, que será una pieza del puzzle muy clarificadora en su trabajo interior de Liberación.

Por supuesto para llegar a la conciencia que posibilite la integración de las emociones (y la integración de las emociones es todo lo contrario a la proyección de ellas), la persona tiene que haber llegado a la conciencia de su responsabilidad como creadora de sus circunstancias vitales. Es decir, este trabajo es incompatible con la conciencia de víctima.

Ahora se trata de la conciencia de que somos creadores. De hecho creamos en base a las elecciones que vamos realizando a lo largo del Camino, lo sepamos o no. Y las emociones son el sistema de contraste que nos permiten elegir lo que queremos en nuestra vida y lo que no.

Ese es nuestro derecho y poder como co-creadores. Lo que ocurre es que al principio del despertar, nos encontramos con el desconcierto de los malestares primeros de diversa etiología y con unas memorias celulares “petrificadas”, que tenemos que ir iluminando y diluyendo una por una, con su consiguiente tribulación previa cuando emergen y su posterior proceso de Alquimia.

Cuando nuestro  proceso de autoconocimiento está avanzado y hemos conseguido sacar a la luz muchas de nuestros aspectos Sombras, los hemos identificado por la emoción que nos produce y de una manera automática ya estamos bastante atentos a ellas cuando emergen, es en esa Presencia, de Presente, de Ahora, en donde las podemos neutralizar. Por supuesto PERMITIÉNDOLAS  sin rechazar ninguna. Esto no quiere decir que nos tengamos que enzarzar en el “drama”, sino que nosotros las recogemos con aceptación y respeto dándoles su lugar en nuestro interior.

Aquí es en dónde puede presentarse la dificultad. Muchas personas me comentan la incapacidad que tienen de manejarse con las emociones sin reaccionar o sin sentir un cierto rechazo por tener esa emoción- reacción. Con lo cual con ese sutil rechazo ya están alimentando la vieja dinámica impidiendo la integración real, que sólo puede producirse cuando no hay auto-juicios.

Reconozco que cuando esta nueva perspectiva, que expondré seguidamente, vino a mi conciencia, para mí fue muy liberadora  porque ya no se trataba tanto de mi reacción y del trabajo que estaba haciendo permaneciendo atenta a la emoción y al “drama” externo que la había activado, sino que además añadía un importantísimo ingrediente a tener en cuenta: realmente lo que se activaba era un circuito neurobioquímico adictivo localizado  físicamente en mi cuerpo, de manera concreta, material, celular… procurándose su correspondiente dosis de péptidos. Así de simple y así de sorprendente.

 Así que a esa atención de observador consciente, se añadió un nuevo punto de vista más liberador que me permitía identificar el “circuito neurobioquímico” que se activaba en cada momento sin rechazar nada y sin juzgar nada, de una manera más desapegada.

 Era como si mi observador interno ampliara su visión de que el “drama” que se desarrollaba, se debía a la demanda adictiva de un circuito neurobioquímico que tenía “vida” por sí mismo y que de cuando en cuando necesitaba su “dosis” y creaba externamente las circunstancias que le procurasen su “chute” de péptidos. Esto fue muy liberador porque me permitía ser más imparcial con lo que estaba sintiendo y desarrollándose dentro y fuera de mí y  estar aún más PRESENTE para poder abrazarlo,  sin esa resistencia sutil, e integrarlo progresivamente.

Los circuitos neurobioquímicos no se disuelven de golpe, sino que necesitan un trabajo de atención y aceptación hasta que estén integrados. Lo que se llama: “apoderarse de la emoción”. Esto lleva su tiempo pues están muy petrificadas por la repetición circular inconsciente durante mucho, mucho tiempo. Lo que hace que tengan una inercia muy fuerte que hay que tener en cuenta y no debemos menospreciar. Cuando pensamos que nos hemos liberado de ellos… vuelven a salir con fiereza, desconcertándonos cuando más tranquilos estábamos.

Encima, como unos circuitos emocionales están enredados con otros, cuando unos se activan, se activan los otros… produciéndose en muchas ocasiones esos momentos de caos en los que quedamos inundados por la emoción.

Lo importante en esas ocasiones es volver cuanto antes a nuestro Centro y desde ahí dejar que se vayan “posando las aguas”. Para ello, es importante recordar, para “no clavarnos puñales”,  que lo único que hacen es darle más fuerza a los “circuitos”,  que no hemos sido nosotros, sino nuestros viejos circuitos neurobioquímicos los que se han puesto en marcha automáticamente para chupar su correspondiente dosis.

También muchas personas piensan que manteniendo a raya  los “circuitos”, reprimiéndolos o negándolos,  se van a librar de ellos. Eso es algo totalmente erróneo, puesto que se trata de memorias celulares del pasado, que están coaguladas literalmente en nuestras carnes (bioquímica) y hasta que no estén todas expuestas a la luz y transmutadas, van a seguir atrayendo a las personas y circunstancias que les provean de las necesarias sustancias químicas que necesitan para vivir en esa Sombra, saliendo de cuando en cuando,  pillándonos desprevenidos.

Las emociones proceden del pasado. Las aprendimos con nuestras  experiencias del pasado, pero ese pasado lo estamos actualizando constantemente en nuestra vida del presente, hasta que no nos “apoderamos” de ellas.

Estas memorias tienen que emerger para poder ser reconocidas e integradas, así que es mejor tomar esas “puestas en escena” emocional, como oportunidades para integrarlas en el AHORA del momento en que se presenten. No pueden integrarse en ningún otro momento.

La toma de conciencia de la mecánica autómata- adictiva que tienen las viejas “redes” emocionales, no sólo hace que tengamos  más compasión por nosotros mismos, sino también comprender compasivamente a los demás en sus dinámicas emocionales.

Personalmente este entendimiento me llevó a una conciencia más liberadora. Es como poder percibir el “drama” con más claridad y más desapego. Y también tener más discernimiento a la hora de ELEGIR.

Realmente TODOS SOMOS INOCENTES. La Humanidad  está envuelta en este enredo emocional adictivo… y no lo sabe.

Hace unos años leí el libro VIDAS PARALELAS  de Ramtha que dejó en mi conciencia el ingrediente liberador del que  he hablado antes. En aquel momento me pareció tan interesante la dinámica adictiva de las emociones, que hice la siguiente síntesis de su lectura. Desde entonces, no sólo lo he tenido muy presente en mi vida, sino que he constado experimentalmente esta dinámica con el discernimiento consciente del motivo ulterior de activación de mis propios “circuitos” adictivos y también el motivo ulterior de activación de los “circuitos” de las otras personas.

Es tremendamente liberador  ver las cosas desde esta nueva perspectiva…

Voy a tratar de explicar lo que he entendido del libro VIDAS PARALELAS DE RAMTHA.

Es muy complejo y bastante abstracto, mezcla la física de la partícula cuántica, con las vidas paralelas, con los circuitos bioquímicos y con la adicción emocional que nos lleva a un “pico” de satisfacción dentro del circuito emocional repetitivo,  que Ramtha denomina: CLIMAX EMOCIONAL.

Ramtha dice que no podemos hacer un cambio real del estado cuántico que tenemos, moviéndonos de “materia a materia”, es decir en la tercera dimensión. Podemos cambiar de lugar, de personas, de situaciones, de trabajo, de relaciones…etc. Pero realmente no hemos cambiado nada, seguiremos en el mismo estado cuántico del principio.

Sin embargo, cuando tomamos conciencia de la emoción y nos “apoderamos” de ella, es cuando realmente cambiamos el estado cuántico que teníamos inicialmente por otro estado cuántico.

 Ese cambio de un estado cuántico a otro, sería a nivel física cuántica, como la fluctuación de la partícula desde el espacio no manifiesto o implícito (puede ser de otra vida paralela, o vacío infinito). Llegaría el momento en que esa partícula podría quedar coagulada en el espacio manifiesto o explícito, de manera más permanente o mejor dicho sin grandes fluctuaciones.

Resulta que la emoción, cuando no nos hemos apoderado de ella, es una adicción, que necesita su climax. Hasta tal punto que  necesitamos a los demás para nuestros climax emocionales, y ellos nos necesitan a nosotros para los suyos.

Un climax emocional, es recurrente, es el circuito bioquímico que necesita una y otra vez su sustancias-péptidos, “drogas”.

Cualquier emoción tiene su “pico”,  climax emocional, como puede ser la ira, los celos, la envidia, la frustración, la depresión, la impotencia, el control, el “cuidar” a los demás, la queja,  la duda, la dependencia…etc…Todas las emociones que sustentan la “imagen”  o personalidad, son adicciones  que se disparan  inconscientemente cuando necesitan  su dosis.

Externamente y de manera simultánea, nos aparecen las situaciones, las personas  y dinámicas en las relaciones con ellas, que actúan como activadores (catalizadores) de la dinámica de nuestro  viejo circuito emocional (que corresponde a ese estado cuántico que tenemos en ese momento), para así conseguir la consecuente “autodroga”.

Nos aparecen así, en nuestra vida, porque ese es nuestro espacio cuántico, y ellas están ahí porque siguen la ley de nuestro estado cuántico que nosotros hemos creado y le damos vida una y otra vez.
No se trata de ellos realmente…se trata todo el tiempo de nosotros. Esto es muy fuerte de aceptar…pero es así.

Cuando trabajo sobre una emoción para “apoderarme” de ella, empiezo a fluctuar a otro estado cuántico, que sería lo mismo que decir, empiezo a adentrarme en otra vida paralela.

Cuando he logrado “apoderarme” de esa emoción,  paso totalmente a otra vida paralela, y por consiguiente, las personas, situaciones, cosas…del estado cuántico anterior, ya no aparecerán en ella con las viejas dinámicas adictivas. Es imposible, por incompatibilidad de “frecuencias”.

Hasta el cuerpo cambia atómicamente al nuevo estado cuántico, adaptándose a la nueva vida paralela, porque el cuerpo está hecho también de partículas cuánticas. Por eso, las molestias que solemos tener de cuando en cuando, como dolores de cabeza, algo más nerviosos, o quizás más cansados…o tal vez algo caóticos…es fruto de esas modificaciones atómicas que tiene el propio cuerpo y todos sus órganos, para adaptarse a la nueva vibración. Esto se realiza a través de la liberación del fuego del núcleo de nuestros átomos o energía Kundalini.

Esto sería lo mismo que trabajar para desactivar el viejo circuito neuronal y a la vez ir creando el nuevo circuito, que corresponda a la nueva vida paralela.

Las vidas paralelas son los escalones en la espiral que hay que subir para alcanzar nuestra liberación, al apoderarnos de las emociones que van tomando protagonismo en cada una de ellas.

 Así que, echando un vistazo a la propia experiencia para ver la teoría sobre el terreno práctico, aunque esto es mucho más vasto y sutil de lo que pueda escribir…este trabajo necesita de una atención constante y un autoconocimiento sincero, que no se puede explicar…sólo se puede hacer…hay demasiados matices emocionales, enredados unos con otros, a veces opuestos, a veces solapados…que se necesita de gran claridad, disciplina, intención y atención, para desenmarañar la enredada madeja.

Ramtha dice que lo realizaríamos más rápido, si este trabajo interior, fuese nuestro “pensamiento común”. Es decir, no un trabajo de cuando en cuando, sino una constante de nuestra experiencia cotidiana.

Bien, pues por ejemplo, si yo, después de ir pasando de una vida paralela a otra, en función de mi trabajo interior con mis propias emociones, llego a un punto en que me encuentro con una serie de emociones recurrentes, que ya no sé cómo trabajar…me puedo ir a otro lugar, pero el estado cuántico “problemático” sigue en mí y por tanto sigue emitiendo esa misma “frecuencia” cuántica.

Sí, el hecho de trasladarnos a otro lugar puede servirnos para recopilar nuevas fuerzas, espacio y distancia, para meditar y reflexionar, y para recabar nuevo entendimiento.  Con lo cual, tengo una nueva herramienta para identificar mejor las emociones adictivas y sus motivos ulteriores (que son siempre falta de amor por nosotros mismos) y acto seguido trabajar sobre ellas, pero no de manera intelectual, sino cuando éstas se presenten en la experiencia; porque es así cuando yo puedo acceder a otro estado cuántico, o vida paralela: en el AHORA del momento en el que se está presentando esa emoción.

En la medida que tengo más poder sobre ella y la puedo sentir sin negarla, sin evadirme de ella, sin juzgarla y desde el OBSERVADOR, PUNTO CERO, O MOMENTO PRESENTE, EL AHORA, simplemente estando PRESENTE en lo que SIENTO, observándola. El Observador va neutralizando la emoción y pasando a un nuevo estado a través de ÉL, como si Él fuera un “agujero de gusano” hacia otra vida paralela. No existe mayor AMOR por nosotros mismos que ese OBSERVADOR que abraza absolutamente todo lo que observa.

Así pues, las emociones de rechazo, de juicio, de crítica, también son adicciones, también necesitan su climax. La necesidad de “cuidar” a los demás, la necesidad de complacer las demandas de los demás, igualmente precisa su correspondiente climax.

La adicción  emocional es mucho más variada y confusa de lo que podemos pensar; por ejemplo: cada vez que yo siento agobio por una situación, es un climax adictivo, cada vez que yo me siento culpable, es un climax adictivo, cada vez que yo me siento impotente, es un climax adictivo, cada vez que me siento frustrada, es un climax adictivo, cada vez que me siento triste, es un climax adictivo, cada vez que siento un juicio hacia alguien o algo, es un climax adictivo, cada vez que me siento dependiente de otros, es un climax adictivo, cada vez que me comparo con otros, es un clímax  adictivo, cada vez que quiero tener razón o controlar, es un climax adictivo, cada vez que rechazo las actitudes de otros, es un climax adictivo, y trato de huir de escaparme de ellos,  es un climax adictivo (sería como evadirme para no sentir esas emociones que otros me provocan  sentir, la misma evasión es un climax adictivo, con lo cual no me sitúo en el Presente para poder sentirlas desde el OBSERVADOR QUE NO JUZGA y que puede trasladarte a otra vida paralela…

En fin, que tomé conciencia de la existencia de una infinidad de “climax” adictivos que nos atan al viejo estado cuántico si no nos apoderamos de la emoción.

Porque si sigo identificándome con esos climax les sigo dando el poder…y si lucho  contra ellos y no los quiero reconocer y sentir…les sigo dando poder…y me sigo “atando” a las mismas circunstancias…una y otra vez…

¿Cómo salgo de ellos? Pues tomando conciencia de ellos y observarlos, sintiéndolos en el momento en que se producen. No intelectualmente, sino cuando están activando sus circuitos en el AHORA.

No es nada fácil, cualquier trabajador de su mundo cuántico lo sabe por  experiencia, pero no queda otro remedio que hacerlo. Lo bueno es que aunque parezca que no nos vamos a apoderar de ellos nunca, no es así. Al cabo del tiempo nos damos cuenta de que nuestra progresiva maestría y nuestro OBSERVADOR, están cada vez más PRESENTES, dándonos esos espacios, cada vez más largos, de remanso y paz, que para nosotros son de incalculable valor.

Así que, por ejemplo, cuando estoy en medio del “ojo del huracán” de un pico emocional recurrente y dramático, tengo que hacer el gran esfuerzo de atención para no perder mi centro; cuando me veo arrastrada por  el otro protagonista de la situación (que también está demandando su consiguiente “climax” a través de mí) intento no perder mi Centro y sentir toda la gama emocional que emerge, pero con el desapego liberador del Observador.

Si caigo, si reacciono, no pasa nada, lo importante es que salga cuanto antes de ese estado reactivo y vuelva a mi Centro. Así el circuito bioquímico emocional que me saca de mi estado de Presencia va perdiendo su fuerza energética progresivamente. Fuerza que va reconduciéndose proporcionalmente a través del Poder de la atención, a su Legítimo Dueño: nuestro SER.

Sólo cuando yo me haya apoderado de mis  emociones totalmente, las personas y las situaciones que no se adaptan a la nueva situación cuántica mía, desaparecerán de mi vida o tendrán que hacer su propio cambio y reajuste para poder estar en mi nueva “frecuencia”, porque yo habré pasado a otra vida paralela en dónde esas “partículas” no pueden estar de la vieja forma cuántica…y aparecerán otras personas y otras situaciones acordes a mi nuevo estado cuántico…porque YO SOY EL QUE YO SOY en cada momento…CREADOR SOBERANO DE MI VIDA…y eso lo voy reconquistando  conforme voy haciendo CONOCIDO LO DESCONOCIDO.


Y para finalizar, como reflexión personal, añadir que no tenemos otro medio de liberarnos si no es “apoderándonos” de las emociones. Cada vez que avanzamos en este proceso de “apoderamiento” tenemos mayor claridad para tomar decisiones de manera libre, sin estar bajo el influjo de la red neurobioquímica. También esto nos permite conocer más a los demás y decir: NO, cuando tengamos que decirlo y poner límites cuando tengamos que hacerlo. Pues ahora sabemos, que realmente a quien se dice NO, es a un “circuito” emocional demandando su climax. De otro modo, ni nos hacemos un favor a nosotros mismos, ni a los que participan con nosotros en la retroalimentación bioquímica del mismo. Antes de tener conciencia de esta dinámica adictiva, cuando decíamos: NO, nos dejaba una sensación de culpa. Y ya sabemos que también la culpa tiene su climax emocional recurrente.

Y por supuesto este “apoderamiento” emocional nos permite desarrollar nuestro pensamiento crítico, discriminativo, que nos posibilita tomar elecciones basadas en mayores verdades.

Cuanta más liberación, más podemos elegir y actuar hacia los demás con verdadero AMOR, ese que no está bajo los dictados de los motivos ulteriores de los mutuos climax neurobioquímos.

Es el mayor servicio que podemos hacer por nosotros mismos y en consecuencia por los demás, porque es entonces, cuando el Espíritu puede expresarse sin los condicionamientos adictivos de las “redes” encarnadas y condicionadas por la “máscara” o personalidad.

En este “apoderamiento” emocional impera la máxima: LA VERDAD OS HARÁ LIBRES.

De otra manera resulta triste que las personas se vayan de esta vida sin conocer esta dinámica adictiva y sin saber que han vivido bajo el imperio de un “saco” de químicos sin resolver, porque sólo se puede solventar esto estando en un cuerpo físico en esta dimensión física. Lo que algunas tradiciones espirituales han denominado: LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE. O lo que es lo mismo: LA INTEGRACIÓN Y TRANSMUTACIÓN DE TODAS LAS MEMORIAS CELULARES CON SUS CORRESPONDIENTES CIRCUITOS BIOQUÍMICOS.

¡Cómo para no tener compasión por el género humano  y  tomar la determinación de hacer nuestro personal e intransferible “trabajo”!. Trabajo que por otra parte, no podemos hacer en ningún otro.


Espero y deseo que lo escrito haya aportado un punto de clarificación liberador que facilite el fluir a través de los diversos “estados cuánticos” de la Vida.



María del Carmen Ortega Molina